El vehículo eléctrico (VE) está redefiniendo la movilidad y, en el centro de esta revolución tecnológica, se encuentra un elemento clave: la batería. No es una simple caja de energía, sino un sistema complejo y sofisticado que determina su autonomía, su rendimiento y, en gran medida, su vida útil. Tanto si estás pensando en comprar un coche eléctrico como si ya has dado el paso, es importante comprender el funcionamiento, las características y los cuidados de la batería para maximizar su duración. Te explicamos todo lo que necesitas saber al respecto en palabras sencillas.
Componentes de la batería de un coche eléctrico: mucho más que una pila
Cuando hablamos de la batería de un VE, no nos referimos a una única unidad, sino a un sistema formado por:
- Celdas: son la unidad fundamental, el elemento más pequeño que almacena energía. Al igual que las pilas convencionales, tienen un ánodo, un cátodo y un electrolito. La migración de iones de litio entre el ánodo y el cátodo durante la carga o la descarga es lo que genera corriente eléctrica.
- Módulos: cientos o miles de dichas celdas se agrupan en módulos, una distribución que posibilita una gestión más segura y eficiente. Además, facilita las reparaciones porque se pueden sustituir uno o varios módulos defectuosos en lugar de todo el conjunto.
- Paquete de baterías: varios módulos se ensamblan en una carcasa protectora, sellada y resistente, que se instala en el chasis del vehículo. No solo contiene los módulos, sino también la electrónica de control y los sistemas de refrigeración.
Aunque técnicamente no forma parte de la batería, un elemento imprescindible para su correcto funcionamiento es el sistema de gestión (BMS), un sofisticado ordenador que supervisa en tiempo real el estado de cada celda y controla el voltaje, la temperatura y la corriente. Su función es proteger la batería de sobrecargas, descargas excesivas o temperaturas extremas para optimizar su rendimiento y garantizar tanto su seguridad como su vida útil.
La química interna de la batería del coche eléctrico: LFP vs. NMC
Aunque casi todas las baterías actuales de los coches eléctricos son de iones de litio, la composición química de sus cátodos varía, lo que ofrece diferentes características. Las dos más habituales son:
LFP o litio-ferrofosfato
Esta química está ganando popularidad rápidamente, sobre todo entre los vehículos de gama estándar:
- Ventajas: es considerablemente más segura que la segunda variante, con una estabilidad térmica superior que minimiza el riesgo de sobrecalentamiento. Ofrece una vida útil más larga y soporta un mayor número de ciclos de carga y descarga completos —de hecho, se recomienda llenarla al 100 % para calibrar el BMS—. Además, no utiliza cobalto, un material costoso y con un origen poco transparente en ocasiones.
- Desventajas: su principal inconveniente es una menor densidad energética, lo que significa que, para una misma capacidad (kWh), una batería de LFP es más grande y pesada que una de NMC, que analizaremos a continuación. También es posible que su rendimiento se vea ligeramente afectado por el frío.
NMC o níquel, manganeso y cobalto
Ha sido la química dominante durante años, especialmente en vehículos de alta gama y con mucha autonomía:
- Ventajas: su alta densidad energética permite almacenar más energía en menos espacio y con menos peso, lo que posibilita la obtención de autonomías superiores. Proporciona un excelente rendimiento y una gran entrega de potencia, incluso en climas fríos.
- Desventajas: es más cara por el uso de níquel y, sobre todo, de cobalto. Su vida útil es muy buena, pero para maximizarla se recomienda mantener los niveles de carga a diario entre el 20 % y el 80 %, así como evitar las recargas completas frecuentes.
Por supuesto, la elección entre una química y otra no es una cuestión de cuál es mejor o peor, sino de adecuación al tipo de vehículo y las prioridades con respecto al coste, la autonomía o la longevidad.
Vida útil y degradación: cómo gestionar este proceso natural
Una de las mayores preocupaciones en relación con las baterías de los VE es su degradación. Es innegable que, como cualquier pila recargable, perderán capacidad con el tiempo y el uso. Sin embargo, este proceso es lento, predecible y suele estar cubierto por garantías. No obstante, para sacarles el máximo partido, es clave conocer los principales factores que influyen en su desgaste:
- Los ciclos de carga: un ciclo completo es una carga y una descarga del 0 % al 100 %. Las baterías modernas soportan miles de estos procesos, pero debes saber si son de LFP o NMC para entender cuál es la mejor forma de cargarlas.
- Las altas temperaturas: el calor es el mayor problema para su vida útil. El BMS lo combate con sistemas de refrigeración activa, pero evitar la exposición prolongada a temperaturas extremas ayuda a mantenerlas en buen estado más tiempo.
- Las cargas rápidas frecuentes: aunque son seguras gracias al BMS, generan más calor que las lentas. Por tanto, su uso continuado como método principal puede acelerar la degradación a largo plazo. El principio ideal consiste en priorizar la carga en AC para el día a día y reservar la carga en DC para los viajes.
- El estado de la carga: mantener las baterías en estados de carga muy altos (cerca del 100 %) o muy bajos (en torno al 0 %) durante periodos prolongados puede estresar las celdas.
¿Qué sucede con la batería de un VE cuando ya no se puede usar?
Cuando llega el fin de la primera vida para la batería de un coche eléctrico, no tiene por qué dejar de ser útil. Aunque su capacidad haya caído por debajo del 70-80 %, sigue siendo apta para otras aplicaciones:
- Segunda vida: estos paquetes de baterías se reacondicionan y se aprovechan como sistemas de almacenamiento de energía estacionarios. Pueden acumular energía de paneles solares en viviendas o empresas, dar soporte a la red eléctrica o alimentar estaciones de carga para otros VE.
- Reciclaje: cuando la batería alcanza el final de su vida útil, entra en un proceso de reciclaje altamente especializado. Es posible recuperar metales valiosos, como el litio, el manganeso, el cobalto o el níquel, para reutilizarlos en la fabricación de nuevas baterías, lo que reduce la dependencia de la minería.
Descubre las ventajas de la movilidad eléctrica
Sin duda, la batería de un VE es un elemento tecnológicamente avanzado, diseñado para ser duradero, seguro y cada vez más sostenible. Conocer cómo funciona y seguir hábitos de carga inteligentes garantizan no solo la prolongación de su vida útil, sino también una experiencia de conducción óptima. En Eranovum queremos ayudarte a planificar tus recargas de forma rápida y sencilla con nuestra app. Accede a una red de puntos de carga que se amplía continuamente y cuenta con diferentes potencias para que puedas elegir la opción que más te conviene en cada momento.
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